Michelle jacotey
Sucedió en la antes nombrada calle de Iturbide y en la plazuela del mismo nombre (Hoy Calle Reforma Norte y Plazuela del Dulce Nombre). Cuenta la Leyenda que a mediados del siglo pasado vivía con su mujer un humilde zapatero en una pobre choza ubicada en lo que hoy es la calle de Reforma Nte (antes Iturbide) de esta ciudad de Huamantla. Motivo en la extremada pobreza en que vivía este matrimonio, constantemente la mujer desesperada reprochaba a su marido: “si nuestra miseria se prolonga, va a resultar que nos vamos a “pelar de hambre” –El pobre zapatero, peor se desesperaba al escuchar estos continuos reproches, y después blasfemaba enfurecido: ¡maldita suerte! Yo me rajo el cuero trabajando día y noche y no puedo salir avante; te juro que si el diablo me diera dinero, al diablo mismo yo le vendería mi alma. Decían las personas que Ramón (así se llamaba aquel zapatero) un día empezó a salir de noche a lugares ignorados en donde se aseguraba que hablaba con satanás. Días después montaba un buen caballo en el que hacia sus incursiones nocturnas y regresaba, según la versión popular, con algunas bolsas repletas de dinero. De aquellos días en adelante la vida de aquel matrimonio cambio notablemente; de parte de la mujer pararon los reproches y del hombre la desesperación; vestían y comían mejor, el hombre trabajaba menos y se emborrachaba más. Pero… todo tiene su límite. Un día Ramón cayo en cama delicadamente enfermo, y pronto murió. Su mujer le compro elegante ataúd y mando hacer una buena comida para agasajar a los acompañantes que lógicamente le acompañarían en el sepelio. Salió el cortejo fúnebre con dirección al templo del dulce nombre en cuyo cementerio anexo seria sepultado el zapatero, e iban entrando a la plazuela que hay frente a este templo cuando súbitamente por todos fue escuchando a cierta distancia un estruendoso ruido producido por un torbellino que arrancaba ramas a los árboles y techos a algunas casas. Momentos después cruzo aquel fenómeno sobre aquel numeroso conjunto que acompañaba al finado a su última morada. El fuerte impacto que ese remolino produjo sobre los cuatro cargadores del cadáver, hizo que estos se tambalearan desconcertados teniendo que suspender los cánticos fúnebres que todos entonaban en coro. Algunos de los que oportunamente cerraron los ojos para protegerse de los efectos del polvo y del duro viento, al mirar hacia el curso que llevaba aquel torbellino, pudieron notar en las alturas una extraña silueta que remolineando se semejaba la figura de un ser humano, creyendo que aquello sería una ropa varonil que había sido arrancada de algún tendedero. Después de haberse repuesto un poco del escalofriante impacto del viento que los lleno de terror, los cargadores, por alguna circunstancias tuvieron la necesidad de descansar el cadáver en aquella plazuela, habiendo notado como verdadera sorpresa que el peso de este había disminuido considerablemente. La viuda y algunos familiares del muerto procedieron a abrir aquel ataúd para despedirse del ser querido contemplándolo por última vez. Pero… ¡Qué sorpresa! Ante el asombro de todos los presentes se dieron cuenta de que el cadáver había desaparecido, y que solo había en el interior de la caja mortuoria algunas talegas al parecer con monedas de oro, de donde salía un repugnante aroma. Todos los integrantes de aquel cortejo abandonaron el ataúd y a gran prisa se alejaron horrorizados unidos en sus meditaciones y conjeturas. Algunos comentaron el caso en voz baja, otros exploraban con la mirada sobre el cielo, el curso que había seguido el torbellino… y una mujer que se alejaba meditabunda, a la vez que reflejando en su rostro el asombro, santiguándose exclamaba: ¡se lo arrastro el diablo en cuerpo y alma!
Michelle jacotey
È successo nella via Iturbide precedentemente chiamata e nella piazza omonima (oggi Calle Reforma Norte e Plazuela del Dulce Nombre). La leggenda narra che a metà del secolo scorso un umile calzolaio vivesse con sua moglie in una povera capanna situata in quella che oggi è la strada di Reforma Nte (precedentemente Iturbide) di questa città di Huamantla. Motivo dell'estrema povertà in cui viveva questo matrimonio, la donna disperata rimproverava costantemente suo marito: "se la nostra miseria continua, si scoprirà che" moriremo di fame "- Il povero calzolaio, peggio era disperato nel sentirli continui rimproveri, e poi bestemmiato infuriato: dannatamente fortuna! Mi rompo la pelle lavorando giorno e notte e non posso andare avanti; Giuro che se il diavolo mi avesse dato dei soldi, avrei venduto la mia anima al diavolo stesso. La gente diceva che Ramón (quello era il nome di quel calzolaio) un giorno cominciò a uscire la sera per ignorare i luoghi in cui si assicurava di parlare con Satana. Giorni dopo cavalcava un buon cavallo nel quale faceva i suoi raid notturni e tornava, secondo la versione popolare, con alcune borse piene di soldi. Da quei giorni in poi la vita di quel matrimonio cambiò significativamente; Da parte della donna hanno fermato i rimproveri e l'uomo la disperazione; Si vestivano e mangiavano meglio, l'uomo lavorava di meno e si ubriacava di più. Ma ... tutto ha il suo limite. Un giorno Ramón cadde a letto delicatamente malato e presto morì. Sua moglie gli ha comprato un'elegante bara e ha inviato un buon pasto per intrattenere i compagni che lo avrebbero accompagnato logicamente al funerale. La processione funebre lasciò in direzione del tempio del dolce nome nel cui annesso cimitero sarebbe stato seppellito il calzolaio, e stavano entrando nella piazza che si trova di fronte a questo tempio quando improvvisamente da tutti sentì a distanza un fragoroso rumore prodotto da un turbine che iniziò rami di alberi e tetti di alcune case. Pochi istanti dopo attraverso quel fenomeno su quel set numeroso che ha accompagnato il defunto alla sua ultima dimora. Il forte impatto che Eddy produsse sui quattro caricatori del cadavere, li fece vacillare sconcertati dal dover sospendere le canzoni funebri che tutti cantavano in coro. Alcuni di coloro che opportunamente chiusero gli occhi per proteggersi dagli effetti della polvere e del forte vento, quando guardarono verso la rotta che portava il vortice, notarono nelle altezze una strana sagoma che turbinava assomigliava alla figura di un essere umano, credendo che questo sarebbe un abbigliamento virile strappato da una corda per il bucato. Dopo essersi ripresi un po 'dall'impatto gelido del vento che li riempiva di terrore, gli spedizionieri, per alcune circostanze, avevano bisogno di riposare il corpo su quella piazza, avendo notato come una vera sorpresa che il peso di questo fosse diminuito considerevolmente. La vedova e alcuni parenti dei morti procedettero ad aprire quella bara per salutare la persona amata che lo contemplava per l'ultima volta. Ma ... Che sorpresa! Con stupore di tutti i presenti, si resero conto che il corpo era scomparso e che all'interno della scatola mortuaria c'erano solo sacchi con monete d'oro, da cui proveniva un profumo disgustoso. Tutti i membri di quella processione lasciarono la bara e si affrettarono via con orrore nelle loro meditazioni e congetture. Alcuni hanno commentato il caso a bassa voce, altri hanno esplorato con gli occhi al cielo, la rotta seguita dal vortice ... e una donna che se ne andò via meditabunda, mentre rifletteva sul suo viso lo stupore, incrociandosi esclamò: Trascino il diavolo nel corpo e nell'anima!
Michelle jacotey