Al final, parece que la única que salió perdiendo en todo este percance fui yo. Bueno, no del todo perdiendo. Al fin y al cabo sigo con mis estudios y no estoy encerrada en un correccional. Paso mucho más tiempo con Dieguito, la más gran felicidad que tengo sobre la tierra. Mi hermanito es un bebé alegre y lleno de salud. Lo quiero más que nunca. También tengo a un benefactor, que antes que volviera al cole, había pagado por mí los servicios de un muy buen dermatólogo de la red privada y todos los tratamientos recetados (por los granos que me habían salido después de mil capas de ese maquillaje nada apropiado para mí debido a su fórmula, ¿recuerdan?). No creo que se esforzarán mucho por adivinar de quién se trata. Cómo que no podía creer que mi padre se hubiese ganado la lotería por gastar tanta plata, al final abuela Renata me dijo que fue el señor Lafayette. ¿Creerán ustedes que tal noticia no me sorprendio?